Pero ¡¡¡qué vergüenza!!!

Casi la mitad de los jóvenes que llegan a 4º de la ESO lo hacen con algún curso de retraso. Y 3 de cada 10 chavales/as terminan la ESO sin el título. ¡¡¡Pero qué vergüenza!!! Más aún: si tuviéramos en cuenta todos los chavales y chavalas absentistas que abandonan la escuela o el instituto y cuyos nombres no rezan en las estadísticas (simplemente no existen para los números que reflejan las cifras del “éxito” o el “fracaso” escolar) el resultado sería mucho más dramático.

Con estos datos escalofriantes abrimos la actividad dirigida al fracaso de la escuela el pasado viernes en La Tejedora, en el marco de las jornadas educativas y acompañados con nuestros amigos/as del MEM, movimiento de renovación pedagógica que acaba de cumplir 30 años y cuyo objetivo es divulgar las ideas de Milani y las geniales contribuciones pedagógicas que ha realizado la escuela de Barbiana (1955-67).

Definitivamente las clases sociales existen y cada vez con diferencias más acuciantes. Mirar la realidad escolar desde este prisma es necesario si queremos ir a las causas de esta problemática social. La escuela se equivoca cuando trata como iguales al hijo del abogado, la hija del médico o el hijo de un obrero.

Cuando el primero llega a casa de la escuela cuenta con apoyo escolar, ya sea familiar o pagado de manera extraordinaria por sus padres. Además este nene contará con tiempo para estudiar, leer, repasar, hacer las tareas (aunque sean antieducativas)… y hasta con un lugar en el que hacer todo esto sin que nada ni nadie le moleste.

Cuando un hijo de la clase trabajadora llega a casa puede que se encuentre solo o acompañado, pero de adultos/as trabajando, con mil cosas que hacer antes que atender las tareas que manda la escuela. O se encuentra con muchas tareas que hacer en la casa, que a buen seguro le enseñarán cosas y le harán ser persona, pero que le supone un retraso a la hora de competir (¿competir? Sí competir, a eso los pone la escuela) al día siguiente con sus compañeros/as.

¿Y qué pasa con el lenguaje? ¿Qué pasa con la cultura? Mientras la cultura dominante siga imponiendo su lenguaje y su manera de nombrar el mundo a las clases populares, seguirá habiendo “fracasados” y “absentistas”. Y mientras sea la escuela el espacio donde se imponen estos valores y esta cultura, seguiremos manteniendo e institucionalizando esa fábrica homogeneizadora llamada escuela que expulsa y excluye al diferente.

Y nuestra escuela, lejos de igualar estas diferencias de las que partimos, las acrecienta. Por todo ello, nuestros amigos/as milanianos nos recordaron algunas aportaciones importantes de Don Milani y Carta a una maestra contra el fracaso:

  • No repetir. No tiene sentido que un chico o una chica vuelva a hacer un año exactamente igual que el anterior. Del mismo modo, no funciona eso de sacar a un nene del aula para realizar un apoyo, es mejor que se le apoye desde el aula, siguiendo el ritmo de aprendizaje con el resto del grupo, incluso sería mejor que entren otros maestros/as en el aula para realizar estos apoyos a chavales/as con necesidades especiales
  • A los rezagados, tiempo pleno. “¿Es que no se hace ya?” (recordaba una milaniana) en clara alusión a las asociaciones y oenegés que tienen proyectos educativos de repaso o apoyo en los barrios. La pregunta sería ¿debería la escuela asumir el compromiso de ofrecerle más escuela a los más rezagados?
  • A los pasotas, otra motivación. Es un lugar común: hemos conseguido desanimar y desmotivar a gran parte del alumnado. ¿Cómo podemos hacer ver a nuestros jóvenes que pasar de la escuela beneficia a los poderes económicos que quieren legiones de nopensantes dispuestos a obedecer sin espíritu crítico alguno?

Y por último, ser escuela. ¿Qué es ser escuela hoy en día? No nos quedó muy claro, pero entendemos que abrir un colegio, como si fueran oficinas, en el que atender a 25 “usuarios” 5 horas al día NO ES SER ESCUELA.

Para más información sobre el Movimiento de Educadores Milanianos